Con este encabezamiento, bien podría referirme a la decisión tomada por parte de TVE durante la última final de la Copa del Rey, cuando al sonar los acordes del himno español (la Marcha Real), parte de los aficiones del Barça y el Athletic de Bilbao realizaron una premeditada pitada. Ello ya tuvo sus consecuencias, con el cese del responsable del “error humano” y una precipitada decisión, emitir las imágenes durante el descanso del propio partido. Doble equivocación, a mi entender, primero censurar y luego reparar, que dio mucho más juego a los nacionalistas catalanes y vascos, pues la repercusión de la pitada fue todavía mayor de lo que habían calculado.
Pero no era este el tema que quería tratar exclusivamente, pues además incumple las “normas” de la propia revista Esla, que con toda lógica debe dedicar sus páginas de manera primordial a los temas directamente relacionados con Valencia de Don Juan. Aunque para todo hay excepciones, y como muestra sirva la página que mensualmente ocupa un exconcejal del PP, caracterizado por ver la paja sólo en el ojo ajeno.
Seguramente Nazario ya se ocupará largo y tendido del tema del himno, la pitada y el censor, y atribuirá la culpa al de siempre (su Rodríguez Z), pues sus artículos son tan previsibles como reiterativos y faltos de interés. No es ello lo peor, sino que encima somos los coyantinos quienes le pagamos con nuestros impuestos dichas páginas mensuales. ¿No posee el PP capacidad para financiar su propia revista política? Por dinero no creo que sea.
En fin, vayamos al tema, que no es otro que la censura que ejecuta la propia revista municipal Esla. Según sus propias palabras, el alcalde se arroga la decisión de publicar o no los artículos que llegan a la redacción de Esla, dejando por tanto sin atribuciones a un consejo sin nada que decir y menos que opinar. Lo más triste de todo es que a día de hoy un miembro de la oposición sigue formando parte de semejante pantomima, sin que se entiendan los motivos.
Pero la censura es todavía más explícita cuando hace unos años se tomó la decisión de prohibir publicar fotografías a los colaboradores, es decir, a todo aquel que no sea miembro ni del Equipo de Gobierno municipal, ni del consejo de redacción. Será por aquello de que “una imagen vale más que mil palabras”. Lo cierto es que el alcalde, que repetimos se autoadjudica todas las decisiones en Esla, y la directora, que se mueve dependiendo de los hilos que la sujetan, deben pensar que los ciudadanos no sabemos leer y que sólo ojeamos los “santos”, las fotos, los dibujos.
Todavía van más allá el alcalde y la directora, pues ahora ya censuran hasta en sus propias fotografías, y me explico. En el último número (abril) aparece una imagen de las obras realizadas en la calle San Lázaro. Sí, esas obras que tan poco gustan a Nazario porque se han realizado gracias al Plan E del Gobierno de España. Pues bien, al fondo-derecha de la foto se ve una casa en la que, si pasean por dicha calle, existe pintado en la fachada el texto “Pinturas Freca”. No podrán ver esas letras en la foto que como digo publica el Esla en su último número, pues alguien las ha borrado con Photoshop.
¿Cuál será el motivo para eliminar dicha referencia visual? ¿Se considerará publicidad? ¿No era más fácil hacer otra fotografía desde otra perspectiva (la calle es bien larga) en la que no aparecieran dichas palabras? Es verdaderamente sorprendente.
Por la “publicidad” desde luego no debe ser, teniendo en cuenta que la propia revista Esla ha publicado otras veces fotos donde se ven comercios y anuncios como este. No sé si una censura similar se habrá realizado en otras fotografías en la misma revista. A mi me ha llamado la atención esta foto porque se trata de mi propia casa, y el texto eliminado corresponde a nuestro propio negocio familiar, que lleva más de 25 años funcionando en nuestra localidad. Por tanto me ha parecido una falta de respeto verdaderamente alucinante, por lo absurdo y la premeditación que implica.
Pero ello no constituye más que un ejemplo del autoritarismo con que funciona la revista Esla, para la cual he colaborado en muchas ocasiones y lo seguiré haciendo en el futuro, pues ello no significa colaboracionismo con su dirección, sino que lo que me mueve a escribir en ella es el compartir con el resto de ciudadanos coyantinos mis opiniones y sobre todo mis pequeñas investigaciones de historia local.
Más lamento que otros colaboradores ilustres de la revista Esla se vean censurados de una manera tan injusta, y que con ello nos priven de sus trabajos. Me estoy refiriendo particularmente a José Luis Gigosos, persona con quien muchas veces no comparto opinión pero del que me considero admirador por las propuestas urbanísticas que desde el origen de la propia hoja Esla ha publicado en sus páginas.
Creo que formo parte de la generación de coyantinos que, entre otras características, nació y se desarrolló paralelamente a la revista Esla, y que durante nuestra juventud teníamos en nuestras casas una “hoja mensual” en cuya contraportada casi siempre aparecían unos magníficos dibujos a plumilla firmados por Gigosos.
Para unas mentes tas dispuestas a la imaginación como las de unos niños o adolescentes, los dibujos de Gigosos acentuaban nuestra fantasía. Yo particularmente siempre quise imitarle y trazar con dicha destreza. Paralelamente, acertadas o no, sus propuestas en las que presentaba el aspecto actual de un edificio o lugar, y su posible embellecimiento, despertaban una sorpresa y admiración que motivaban el esperar con expectación al siguiente número, tratando de adivinar lo que transformaría su pluma en la futura ocasión, cual golpe de varita mágica.
No creo equivocarme al decir que no éramos sólo los jóvenes quienes admirábamos esa colaboración, y prueba de ello es que la gran mayoría de las propuestas de Gigosos, con mayor o menor fidelidad, se han ido materializando con el tiempo.
Hoy por hoy, establecida esa norma no escrita que impide a los colaboradores insertar ilustraciones en la revista Esla, se estará consiguiendo evitar parte de las críticas a las autoridades, pero verdaderamente se nos está haciendo un severo daño a los ciudadanos al mutilar los trabajos de quienes, desinteresadamente, sólo queremos aportar nuestra visión y nuestras propuestas.
Tampoco creo que a quienes gobiernan hoy nuestra localidad les sobren las aportaciones que con ello se les pueda hacer, pues prueba de su falta de ideas es que destinen parte de los fondos “anticrisis” del Gobierno central en hacer chorritos de agua en el polideportivo. Allá ellos, todos perjudicados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario