Hace ya casi 4 años pero aún las emociones son muy intensas a la hora de recordar la injusta muerte de Aurora. Hoy, todos los noticieros han escrito o hablado del caso, pues se juzga al presunto asesino de Aurora y Silvia, su compañera de piso y de prácticas en la Policía Nacional.
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Es curioso. Sería otra triste noticia de un asesinato como tantas que escuchamos en las noticias a diario. Pero uno se da cuenta, en estos casos, que detrás de las informaciones hay vidas de verdad. Como ocurre con los accidentes de tráfico, pasan casi inadvertidos hasta que, un desgraciado día, las siglas del difunto se corresponden con un conocido.
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Hace cuatro años, octubre de 2004, yo estaba en Valladolid, estudiando la carrera. Hacía tiempo que había perdido la pista a Aurora, compañera de tantas clases de instituto, amiga. Buena amiga porque por apellidos nos tocaba casi siempre juntos en filas, trabajos y quehaceres. No sabía que había estudiado para policía y que estaba ya en prácticas, en Hospitalet de Llobregat.
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Al oir que dos policías leonesas habían sido asesinadas presté atención al receptor de radio, pues como todas las tardes estaba oyendo Hora-25 con Carlos Llamas. Se me heló el cuerpo cuando escuché el nombre de Aurora y sus apellidos. Caí en el desaliento cuando dijeron que era de Toral de los Guzmanes.
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Cuatro años después se juzga al asesino. De sobra se conoce su historial delictivo. Desde aquí yo sólo pido justicia.
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Aunque ya nadie nos devolverá a Aurora, de la cual sólo podemos conservar su recuerdo. Nunca olvidaré su risa, su sentido del humor... cómo se reía de mis chorradas, qué buenos ratos pasamos... época feliz de adolescencia. Te recordaremos siempre, Aurora.
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